Han pasado ya cuarenta años desde que Juan y María,
compraron un cuarto piso en un apartamento de la ciudad de Santo Domingo, en un
sector que ellos consideraban tranquilo, con buena calidad en los servicios y
desde donde podían llegar sin mayores contratiempos a cualquier lugar de la
ciudad capital, en pocas palabras su pequeño refugio. Aun cuando Vivian en un
cuarto nivel, la falta de ascensor no les disgustaba, lo veían como una manera
de hacer ejercicios, María, amaba las relucientes pero pesadas bañeras de acero esmaltado y aun
cuando el baño no era inmenso le gustaba la intimidad que sentía estando en él.
Los años pasaron, Juan y María, observaban como desde su punto de vista todos
los años le agregaban un peldaño más a las escaleras, el baño intimo resultaba incómodo
para el uso, la bañera los había hecho caer un par de veces, el pasillo largo
se oscurecía con el pasar de los años, los tomacorrientes se estaban colocando
cada día más abajo en las paredes y de repente sin darse cuenta su pequeño
refugio se convirtió en su prisión. Al igual que Juan y María, esta es la
realidad de muchos adultos mayores dominicanos, que sufren en la actualidad un
autoaislamiento provocado por la arquitectura habitacional que tradicionalmente
se construye en nuestro país.
La realidad es que vivimos en un mundo que envejece, el
envejecimiento con el pasar de los años no será un problema único y exclusivo
de los países industrializados, sino también de países en vías de desarrollo y
tercermundistas como el nuestro, la ONU estima que para el 2050 el 22% de la
población mundial sobrepasara los 65 años, en Latinoamérica este sector de la
población representara el 18%. Es por lo tanto que debemos pensar que haremos
en el futuro, como podemos evitar convertirnos en Juan y María.
Antes que nada, debemos pensar en prevención, lo
primero que a resolver es la accesibilidad, la vivienda debe ofrecer
facilidades para el acceso, que las habitaciones estén concentradas en un
primer nivel, un accidente cerebrovascular podría vetar a una persona de
utilizar el segundo nivel de una vivienda y con ello la habitación grande, si se adquiere un apartamento en algún piso
elevado debemos procurar que el edificio posea ascensor, cambiar las bañeras
por duchas, el baño es una de las áreas más peligrosas de la casa, al envejecer
las personas tienen mayor dificultad para subir pies, así mismo los materiales
de las bañeras resultan resbaladizos aumentando el riesgo de una caída, por lo
que es recomendable la utilización de barras de agarre en todos los aparatos
sanitarios, en el caso de minusvalía tomar en cuenta el giro de las sillas de
ruedas, las puertas deben abrir hacia afuera para facilitar el acceso al cuarto
de baño en caso de que la persona sufra algún accidente. Así mismo en los
diferentes espacios como la habitación, la cocina, la sala y el comedor también
deben pensarse como espacios seguros, libres y fluidos, en ocasiones la
colocación de simples elementos o el amueblamiento adecuado pueden marcar la
diferencia ya que tendemos a transitar entre el mobiliario, claro que mientras
somos jóvenes y agiles esto no es ningún inconveniente los problemas vienen con
la edad; está determinado que al envejecer el área que ocupa el ser humano para
desplazarse es mayor. Fuera de las concepciones espaciales el mayor obstáculo o
barrera dentro de una vivienda lo constituyen elementos como altura de
tomacorrientes, en las cocinas aspectos como las alturas de alacenas y
gabinetes ayudan a disminuir el esfuerzo físico, en cuestiones de dimensión
pasillos de un metro cincuenta centímetros de ancho, pisos con terminaciones
neutras que disminuyan los reflejos indeseados, la correcta iluminación tanto
natural, con ventanales más amplios que le permitan a una persona desde una
silla admirar el exterior, así como artificial; incluso cuestiones triviales como estufas
eléctricas en vez de estufas de gas ( por un simple olvido se pueden dejar las
hornillas abiertas y estas pueden causar envenenamiento severo por gas propano
e inclusive la muerte) aspectos como timbres visuales, para aquellas personas
mayores con problemas auditivos.
En resumen vemos como más que una arquitectura
ortopédica llena de barras de agarres, rampas en vez de escaleras, entre otros
el simple hecho como tomacorrientes más altos, la altura de los gabinetes de
las cocinas, alarmas visuales, ventanas más amplias y el tener superficies sin
desniveles mejorarían sustancialmente la calidad del espacio habitable del
envejeciente, cuestiones que resultan ser preventivas y que pueden tomarse
desde la etapa de concepción del diseño por parte de los arquitectos en
aquellos casos donde se contraten los servicios de un profesional para la
proyección de una vivienda unifamiliar o la de edificios de apartamentos.
Simplicidades y sencilleces que marcan la diferencia en la vida del usuario,
creando una mayor autonomía, permitiéndole al adulto mayor sentirse útil y diciéndoles
que la vejez no es el final de la vida sino el comienzo de otra etapa
maravillosa.
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